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Libro de «75 ANYS D’ART A GIRONA»

Joan Domènech

Girona 1945

 

El retrato más vivo y más directo de Joan Domènech nos la ha proporcionado Lluís Bosch i Martí, que ha compartido con ellos muchos ratos de pintura y de amistad , en el texto de presentación que le dedicó a la reciente exposición de la Galería «Les Voltes» de Olot , a comienzos de 1994 : » Domènech , que coincidió con varios de estos pintores ( Josep Perpinyà, Roca -D . Costa, Ansesa Gironella, Corominas y el propio Bosch Martí) en la Escuela de Bellas Artes de Girona… ha sido muy apreciado por todos nosotros como persona y como pintor , ya que Domènech es un verdadero pintor vocacional, apasionado, pasional, desde su niñez, juventud y madurez . Ha venido con altos y bajos, entre dificultades, crisis y renacimientos, pintando de una forma vital continuada, por encima de cánones, modas , escuelas o ismos » .
Últimamente, su presencia se ha hecho notar más que de costumbre con un puñado de buenas exposiciones en Olot mismo, en Figueres o Cadaqués, pero conviene recordar -como hace Bosch Martí – que su dedicación a la pintura comenzó muy pronto, y que se desarrolló en el ambiente de una familia trabajadora que quizá no le pudo dar todos los medios pero que indudablemente le transmitió la firme convicción de que el arte y la cultura pueden ser medios liberadores, tanto a nivel personal como colectivo.
La fuerza de las acuarelas y los óleos de Joan Domènech radica en un color vivo e intenso que hace pensar en Van Gogh, en los fauves y los expresionistas, y que al fin y al cabo transmite vitalidad y energía. También encontramos ciertas reminiscencias de la pintura oriental en el juego caligráfico y en la composición. Pero por encima de todo se percibe la autenticidad de un arte hecho con la más absoluta y transparente sinceridad.

J.B.

 

Joan Domènech, salir de los márgenes

Joan Domènech. Exposición de óleos. Galería de arte de Banyoles, Banyoles, c/Major, 3. Del 7 al 22 de septiembre.

“Joan Domènech es uno de los pintores más entrañables, marginales y apasionados de nuestra región”. Estas palabras de Lluís Bosch Martí, amigo del pintor desde siempre y a la vez seguidor de su obra – juntamente con otro grupo de ex artistas, que mantienen con el artista este calor de la amistad i la solidaridad en momentos personalmente difíciles-, presentes al texto que el conocido arstista- polígrafo firma en el Catálogo, nos sitúan esta aportación de una forma muy apropiada. Y si transcribo estos hechos es por lo siguiente: aunque, en hipótesis, la obra del artista se habría de considerar en “estado químico puro”, sin la presión de la biografía del artista o de todo eso preexistente, la realidad y la práctica señalada ha de ser otra, al menos en ocasiones.

A veces, en efecto, vida y obra van tan interrelacionadas que una es la consecuencia de la otra, y por lo tanto, los elementos personales pueden completar la lectura de la obra artística.

Cabe decir, desde este punto de vista, que la producción de Joan Domènech es admirable por la voluntad de trabajo que demuestra, por la superación de las contrariedades.

Todo esto, justamente, se manifiesta a través del uso de un lenguaje puro y duro, personal, de carácter expresionista, con, por ejemplo, una reinterpretación llena de sana rabia artística de paisajes gerundenses y, incluso, de naturalezas muertas.

En todo este material el pintor demuestra que lo es de verdad, todo imponiendo una concepción de pintura directa, de colores anti-convencionales, abruptos y, como he dicho, personalmente expresionistas, en contraste con la etapa anterior, caracterizada por las acuarelas de manchas moduladas.

Este aspecto de resquebrajamiento de convenciones es lo más interesante de esta última producción. En algunos casos, pero, nos sobra el motivo – especialmente respeto a las naturalezas muertas-,  ya que la rabia y la orza del color y del trazo serian aún más audibles si se prescinde de algunos elementos de estos encorsetamientos temáticos.

Jaume Fàbrega

 

JOAN DOMÈNECH (1945 – Girona)

Hablar de la pintura de Joan Domènech, es hablar básicamente de un espíritu independiente y de una actitud vital que, desde hace unos años, ha ido perfilando en un trabajo constante tanto en su manifestación de expresión de sentimientos como de resolución de problemas pictóricos.

Lo que caracteriza la obra de Domènech y que se hace evidente al espectador tan solo entrar en la sala, es el tratamiento temperamental en la utilización de los colores de fondo (combinaciones de rojos, amarillos y naranjas), y su forma totalmente espontánea de afrontarlo. Extensas áreas de color se van organizando en la superficie pictórica explicando realidades semiocultas a primera vista, a través de las cuales recrea un juego de formas, elementos y signos mágicos que escapan a cualquier definición. Poco a poco, Doménech introduce el dibujo y hace evidente dentro de esta inmensa mancha de color, la descripción de un paisaje real del entorno, (calles, árboles, plazas o puentes), que con una presencia sutil especifican su propia realidad.

Es en esta especial y libre interpretación de la forma, que las acuarelas de Joan Domènech se constituyen como herederas de aquel consejo de Leonardo en el que manifestaba que las manchas de las paredes eran las imágenes más sugerentes para descubrir todo tipo de formas. Este primer ejercicio “automático” de visualización, junto con la manipulación del color y el dibujo esquemático de libre interpretación, hacen que la obra de Domènech mantenga este nivel de percepción sensorial que a partir de las formas más que las descripciones sugieran al espectador su voluntad para mostrar a la naturaleza como a fuente de investigación y generadora de ideas.

TAT PARIS 

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